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domingo, 19 de abril de 2015

RECONCILIACIÓN EN MONTES DE MARÍA

Reconciliación en Montes de María.
Víctimas y victimarios del conflicto son los protagonistas de este proceso
Los Montes de María son un territorio de 700.000 hectáreas conformado por 16 municipios de Sucre y Bolívar y que antiguamente era la despensa agrícola de la Región Caribe. Esta zona fue golpeada fuertemente durante 20 años por los grupos armados que ejecutaron muchas masacres y despojaron a miles de campesinos de sus parcelas.
Con la desmovilización de los grupos paramilitares en 2005, la expulsión de la guerrilla por parte de las fuerzas militares del territorio, y la implementación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, ha cambiado el horizonte de la región.
El Departamento de Bolívar es pionero en el proceso de reconciliación que se inició hace muchos años y que sirve de ejemplo para la reconciliación de todas las comunidades que han sufrido el conflicto en el país.
El perdón como herramienta
“Después de perdonar yo renací, yo comencé a vivir de nuevo en tranquilidad”: Rafael Gustavo Posso Parra.
Rafael Gustavo Posso Parra
Este hombre que nació en San Juan Nepomuceno un 24 de junio de 1968 espero muchos años para llegar al perdón.
Su historia de dolor inicia un 11 de marzo de 2000, sábado en horas de la madrugada, cuando un grupo paramilitar masacraron a varios familiares en la vereda Las Brisas ubicada en el corregimiento de San Cayetano, municipio de San Juan Nepomuceno. Allí murieron los hermanos José Joaquín, Alfredo Luis y el padre de estos, Joaquín Fernando Posso Ortega; cuñados y suegro de Rafael Gustavo. Junto con los Posso, fallecieron nueve campesinos más: Dalmiro Barrios Lobelo, Alexis Rojas Cantillo, Jorge Eliécer Tovar Pérez, Pedro Adolfo Castellano Cuten, Manuel Yépez Mercado, Gabriel Mercado García, José del Rosario Mercado García, Rafael Mercado García y Wilfrido Mercado Tapia. Todos ellos fueron señalados de ser guerrilleros o colaboradores de la guerrilla.
 Rafael comenta que “en el pueblo el apellido Posso era sinónimo de guerrillero y también decían en voz baja: si los mataron por algo sería. Eso decían de mi familia”.
La masacre originó que Rafael Gustavo y su familia sufrieran el desplazamiento, “salir sin rumbo es lo más triste, andábamos de aquí para allá. Durante 10 años llegamos a vivir en un cuarto de 4 por 4, allí teníamos cocina, baño y dormitorio a la vez”. Pero esto no lo amilano, por el contrario lo obligo a “ponerle el pecho a la brisa” como dice él, e intentar sacar a su familia adelante. Fue así que consiguió un trabajo en La Guajira, muy lejos de sus seres queridos; se regresaría 3 años después, un 31 de diciembre por que su hijo lo llamó por teléfono rogándole que se viniera.
Bregando por la reparación
Su regreso coincidió con la  puesta en vigencia de la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz). La masacre de Las Brisas en un principio no fue visibilizada, pues solo se hablaba de Mampuján, otra población que fue desplazada un día antes de lo sucedido en Las Brisas. A los familiares de las víctimas los citaron a Bogotá, 9 años después, a la imputación de cargos  contra Edward Cobos Téllez, alias “Diego Vecino” y Úber Enrique Bánquez Martínez, alias “Juancho Dique” quienes habían confesado su responsabilidad en la masacre.
Este es el inicio de un nuevo capítulo para Rafael Gustavo, pues tenía que apoyar a sus familiares en todos los procesos legales, y como siempre, aprendió de todo para ayudarlos. Allí inicio también el proceso de reconciliación con sus victimarios.
Las víctimas de Las Brisas logran ser cobijados por la sentencia que condenó al Estado a reparar administrativamente a las comunidades de Las Brisas y Mampuján.
Perdón y reconciliación
Arturo Zea Solano, era en ese entonces el director regional de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, y lo invita a que participe en las mesas de reconciliación que venía impulsando esta entidad. Las mesas fueron primero con la institucionalidad y luego con los desmovilizados de los grupos paramilitares que habían actuado en la región de los Montes de María. Por último se hicieron entre víctimas y victimarios.
Rafael Gustavo comenta que “cuando Arturo me invito me puse a reír, yo lo último que quería era encontrarme con esos tipos, por todo lo que estaba pasando con mi familia, todo eso era por su culpa. Sin embargo sentí la presencia de Dios, que iluminó mi corazón y dijo: ve; y así fue, es tal vez una de mis mejores experiencias”.
El camino de este hombre, de Rafael Gustavo Posso Parra ha sido lleno de dificultades. “Yo pude haberme convertido en victimario, si hubiera podido tener un arma los hubiera matado, ese hubiera sido el ejemplo que le iba a dar a mi hijo. Una vez mi hijo, José Alfredo, cuando tenía 8 años me dijo que si hubiera tenido al frente a quienes mataron a sus familiares, los habría matado a puños. Eso me dolió mucho, yo debía cortar todo ese odio de raíz”.
Rafael Gustavo ha perdonado a sus victimarios, pero no todos están de acuerdo con ese perdón, entre ellas su esposa Liliana; ni con las reparaciones, ni todos han recibido el mismo trato por parte del Estado. El mismo, que ha sido víctima indirecta de la masacre de Las Brisas no está cobijado por la sentencia. Su bregar diario es que toda su familia entre en el proceso de reconciliación y perdón, contar lo ocurrido en Las Brisas y reconstruir la memoria histórica de la región a través de sus dibujos.
Monumento en memoria a las víctimas en el
Parque Olaya Herrera de San Juan Nepomuceno.
A Rafael Gustavo se le siente la alegría y el júbilo, pues el 28 de octubre de 2013 se develo un monumento en memoria a las víctimas y  en homenaje a los campesinos en la plaza Olaya Herrera de San Juan Nepomuceno. Es la figura de un campesino subido en un mulo con una carga de ñame. “Esa figura representa a las personas que mataron, campesinos trabajadores. Eso exalta y dignifica la memoria de los sacrificados, eso vale más que cualquier dinero, que cualquier cosa” reclama.
Ejemplo de reconciliación
Rafael Gustavo cree que su lucha no ha sido en vano, su liderazgo va más allá pues quiere que en Colombia la reconciliación sea afectiva y efectiva por parte de las víctimas y los victimarios. Uno de sus propósitos es que la reparación llegue integralmente a las 6 millones de víctimas registradas ante la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.
La mayor felicidad de Rafael está en sus hijos José Alfredo de 11 años, y Gissell de 18 meses. A su hijo le llama “El campeón”, a la pequeña le canta siempre que puede y a Liliana, su esposa “su corazón”. Este es el cuadro feliz de un hombre que al perdonar volvió a nacer.

Héctor José Gazabón Sánchez
Red de Comunicadores Populares de los Montes de María
San Juan Nepomuceno 



    

viernes, 24 de mayo de 2013

LEY DE TIERRAS: LA GRAN PRUEBA PARA LOS MONTES DE MARÍA


Muchas de las tierras y propiedades que los desplazados dejaron atrás en Montes de María ahora aparecen registradas a nombre de otros. El panorama nacional y regional de las modalidades de despojo a través de las cuales actores legales e ilegales se están quedando con tierras de campesinos es infinito.
Montes de María
La región de los Montes de María, conformada por 15 municipios pertenecientes a los departamentos de Bolívar y Sucre en la región Caribe colombiana, ha sido escenario desde hace más de 40 años de luchas por la posesión de la tierra entre millares de campesinos y sus familias humildes y los grandes terratenientes, grupos armados al margen de la ley (guerrilleros y paramilitares), enérgicos y poderosos empresarios y narcotraficantes.
 
Por tratarse de una región estratégica como corredor para el tráfico de armas y drogas ha hecho que esta confrontación no sea gratuita, así también como el tema de la minería, que hace que Montes de María sea un lugar atractivo para que muchas personas y empresas quieran apoderarse de las tierras, lamentablemente a cualquier costo.

“Me vende o…”
Esta frase se ha convertido en uno de los instrumentos para la apropiación ilegal de tierras en Montes de María y Colombia.
Como esta amenaza, que en algunos casos se han convertido en realidad, muchos campesinos han sido obligados a entregar sus tierras por algunos pesos, que en ocasiones no alcanzan a recibir.

Durante los últimos 10 años los campesinos montemarianos han sufrido una especie de “combinación” de tres mecanismos siniestros por parte de quienes quieren apoderarse ilegalmente de sus tierras.

El funcionamiento de esta “maquinaria criminal” que según investigaciones realizadas por las autoridades primero se dedicó a cometer múltiples masacres que dejaron centenares de muertos y miles de familias desplazadas; segundo se habría dedicado a comprar a muy bajo precio las tierras abandonadas por los campesinos tras las matanzas y por último (tercero) se está investigando el grado de sofisticación de esta “maquinaria”, que por medio de fiducias legalizaron las propiedades adquiridas con métodos muy cuestionables.

En Montes de María se perpetraron alrededor de 50 masacres entre 1996 y 2005, que dejaron por lo menos 332 personas asesinadas. Paralelamente estas matanzas obligaron el desplazamiento forzado de más de 143 mil campesinos, que después de abandonar sus tierras huyeron y entraron a hacer parte del cordón de miseria en las grandes ciudades: Cartagena, Barranquilla, Sincelejo y hasta Bogotá.
 
Después de esta etapa de terror y dolor, muchas personas y familias adineradas decidieron comprar a precios bajos estos terrenos despojados por los grupos armados ilegales, incluso a pesar de que muchas propiedades contaban con medidas cautelares que prohibían su venta por tratarse de tierras entregadas en los años 60 y 70 por el antiguo Incora.



El Orden Público, fundamento para la aplicación de la Ley de Tierras.

Muchos campesinos reclamantes de tierras en Montes de María han sido amenazados y asesinados por manos oscuras que quieren impedir el retorno de las familias campesinas a sus territorios.

Según la Oficina de Prensa de la Presidencia de la República, el Gobierno Nacional está ofreciendo millonarias recompensas para capturar a quienes amenazan a estos reclamantes.

Día a día el campesino montemariano hace sus 
labores de campo.
Santos indicó que ofrecer esas recompensas fue una medida adoptada en el Consejo de Seguridad que realizó con autoridades locales y los altos mandos en Montería, capital del departamento de Córdoba.

El mandatario también aseguró que las autoridades ya tienen identificado de dónde provienen las amenazas, explicando que algunas vienen de sectores de la izquierda que temen perder sus banderas; otras de aliados de los antiguos paramilitares y un tercer grupo de personas que dicen ser las dueñas de los terrenos que se han reclamado.



Acciones que se están dando
Poco a poco las instituciones del Estado han venido adelantando acciones con el fin de mitigar un poco todo el sufrimiento que han padecido las comunidades campesinas despojadas y desplazadas en los Montes de María. Es así como el 14 de junio de 2012 se registró la firma del Contrato de Operación y Funcionamiento entre el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (INCODER), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y 63 familias beneficiarias, lo cual permitirá la entrega de $1.454.230.000 a la población desplazada del corregimiento de El Salado en el municipio de El Carmen de Bolívar.

Con la firma del Contrato de Operación y Funcionamiento, la población de El Salado podrá adelantar la siembra de cacao, plátano, melón, tabaco, maíz, ñame y yuca.
Los recursos entregados provienen de la articulación interinstitucional entre el INCODER, la OIM y el Departamento para la Prosperidad Social (DPS).

sábado, 11 de mayo de 2013

LAS VOCES DE LAS MUJERES DE SAN AGUSTIN

Se siente la soledad en las calles de San Agustín


Las voces de las mujeres de San Agustín: una historia de violencia que se escribe en versión femenina.

“Los Montes de María siguen silenciados por el miedo”; esta fue la primera impresión que me lleve al llegar a San Agustín, un corregimiento del municipio de San Juan Nepomuceno que dista de este a una hora y treinta minutos recorriendo un carreteable en medianas condiciones.
Este pequeño pueblo está ubicado a orillas del Río Magdalena y como casi todas las poblaciones de los Montes de María ha padecido toda la serie de cambios sociales, políticos y económicos que trajo el proceso del conflicto armado en la región.
La población civil de este pueblo fue víctima de desplazamiento forzado y desapariciones, también fue estigmatizada como simpatizantes de grupos armados al margen de la ley.

Mujeres sobrevivientes y resistentes
Concerniente en cuanto a la referencia de liderazgo de las víctimas es muy importante destacar el papel de las mujeres sobrevivientes al conflicto en los Montes de María, y en San Agustín no podía ser la excepción. Ellas, sin duda, representan un alto porcentaje de las víctimas y quieren desde sus capacidades reconstruir el tejido social de sus coterráneos.
Muchas de estas mujeres son viudas, cabeza de familia, que luchan día a día por conseguir el sustento para sus hijos.

Hablan las mujeres
“Soy Jefa de hogar”: Sixta Cerpa

“La violencia me toco fuerte, ha sido muy difícil salir de ese trauma"

“La violencia llego a San Agustín por allá en 1988, y de allí para acá, hasta hace poco fue solo violencia, violencia y más violencia y vivíamos muy asustados…”. Esto lo dice la señora Sixta Cerpa, hija de un sanjuanero con una tenerifeña y quien desde muy niña se radico en San Agustín. Sixta es madre de hogar, tiene a su cargo 4 hijos y 2 nietos. “Anteriormente vivíamos muy serenos, íbamos a la parcela tranquilamente, comíamos bien y no andábamos con sobresaltos. Apenas llego la violencia no dormíamos bien, nos tocaba dormir todas las noches en diferentes sitios, en casa de familiares y vecinos porque andábamos muy asustados”.

A Sixta la violencia le destruyo su hogar; su esposo quedo afectado emocionalmente y ahora ella es la cabeza de la familia pues tiene que conseguir para el sustento de sus hijos y su esposo.
“La violencia me toco fuerte, ha sido muy difícil salir de ese trauma y sicológicamente no me siento en condiciones de enfrentarme al mundo, así libremente porque he quedado afectada de eso”. A Sixta, aparte de tener a su esposo enfermo, la violencia también le ha dejado otros malos recuerdos: como el de que una vez los actores armados al margen de la ley intentaron violar a su hija mayor. “Mi esposo esta así porque ya lo tenían encañonado para fusilarlo y yo me enfrente a esa gente, ellos me agredieron y me tiraron al piso; yo me puse de pie y les decía que porque me lo iban a fusilar y ellos me respondían que el asunto no era conmigo. Yo pedí auxilio y al ver esto ellos intentaron violar a mi niña de 14 años. También la violencia se llevo a mi sobrino; esa gente lo recluto obligatoriamente, lo que sé es que él se voló de ese grupo y hasta el momento no sé nada más de mi sobrino”.
Así como Sixta, muchas aprendieron a vivir en medio del silencio. Resistió callada y a veces mostró indiferencia; se ha tragado ese dolor para poder sonreír. Hasta hace poco se ha atrevido a hablar; además de soportar la tragedia, cargar el dolor, le ha tocado hacer las veces de líder, pues ella piensa que la violencia le ha dejado varias enseñanzas.
“La enseñanza que me ha dejado la violencia a mi es que nosotras las mujeres no nos tenemos que dejarnos  maltratar, humillar ni comprar por nadie, sino seguir adelante; hacer un alto y decir: nosotras las mujeres podemos progresar sin menester de que ejerzan violencia contra nosotras”.
Ser líder también es una de sus cualidades. “Soy líder de la comunidad de San Agustín, me gusta apoyar a los ancianos, a los niños; cuando alguien se mete con los ancianos allí estoy yo para defenderlos o cuando alguien quiere maltratar a un niño también lo defiendo, porque no me gusta la violencia; no quiero que venga más nada de violencia de la que ya tuvimos”.
Muchas mujeres piensan que Sixta ha cumplido bien su desempeño como líder y comentan que “la vamos a seguir apoyando, ella es quien nos saca adelante a nosotras”.

Jóvenes mujeres
La consideración de la violencia contra las mujeres como una violación de los derechos humanos ha implicado de manera más directa al Estado. Colombia se encuentra obligada a actuar con la debida diligencia para prevenir, investigar y sancionar la violencia contra la mujer.
El conflicto armado y sus actores dejaron muchas mujeres víctimas, entre ellas niñas, que hoy recuerdan el conflicto de otra manera, y hoy como jóvenes piensan que se les arrebato su infancia.

Mayerlis Buelvas Álvarez: “Era muy niña cuando llego el conflicto”

Yo anhelo terminar mi bachillerato, ya lo que me faltan son 3 años

Mayerlis es una joven de 20 años nacida en el corregimiento de San Agustín que sufrió el desplazamiento por la violencia desde muy niña.
“Cuando niña viví mucho el conflicto, nos tuvimos que desplazar de aquí porque a mi mamá le dieron ataques de nervios a raíz de la pérdida de uno de mis hermanos menores y ella no lo soporto, tuvimos que sacarla para Cartagena junto con un sobrino que ella estaba criando. Allá nos pusieron a estudiar y demoramos 6 años por fuera del pueblo, mi papá nunca se quiso ir”.
El no saber nada de su hermano le dejo una herida muy grande, son más de 13 años de su desaparición, sin saber si está vivo o muerto. Su mamá está resignada pero el recuerdo que le queda es que su hijo dejo una niña de 6 meses al momento de su desaparición y hoy cuenta con 13 años de edad.
Para Mayerlis “la violencia me dejo una marca muy grande, perder a mi hermano así… todavía guardamos la esperanza de que algún día aparezca, todo eso se lo dejamos a Dios”.
Mayerlis a pesar de su juventud ya ha conformado un hogar y tiene un hijo de 3 años, volvió porque su mamá quería regresar con su esposo pues en San Agustín tenían sus tierras, ganado. “Mi papá no sabe vivir en la ciudad, el está acostumbrado a su pueblo y el aguanto aquí el conflicto, todo eso lo aguanto aquí solo, entonces mi mamá por no dejarlo solo a él nos devolvimos para acá”.
Pero a pesar de todas las vicisitudes por las que ha pasado Mayerlis, tiene ganas de superarse y quiere seguir el ejemplo de otras jóvenes que ya lo han hecho: “Aquí hay muchas muchachas que han salido adelante, muchas que han salido a estudiar a las universidades; pero hay muchas que no, como yo que nos quedamos aquí y somos amas de casa. Yo anhelo terminar mi bachillerato, ya lo que me faltan son 3 años, estoy esperando que abran la nocturna y ya me inscribí para hacer el 9° grado, mi mamá también se inscribió porque quiere terminarlo pues ella también hizo solo hasta 9°”.
Los sueños de Mayerlis es que San Agustín “sea un pueblo prospero para que los niños tengan oportunidades, para que no se queden como muchas personas que por falta de recursos no han tenido como salir adelante; que los jóvenes tengan sus espacios y no caigan en los vicios”.
Así como Mayerlis, muchos jóvenes en los Montes de María vieron como su niñez fue arrebatada por el conflicto armado, pero también como el presente y el futuro les brindan muchas oportunidades para cumplir sus sueños.

Víctimas en la región
El terror generado por la confrontación armada y, particularmente, por las acciones paramilitares, llevó a la región de los Montes de María a convertirse en una de las zonas del país con mayor número de víctimas.
En San Agustín muchas mujeres víctimas del conflicto aún piden justicia para que pueda existir una verdadera construcción de paz y reconciliación, reconstrucción del tejido social, convivencia y generación de confianza social y en algunos casos la exigibilidad de derechos.

“Yo lo que quiero es que me hagan justicia”

"...yo he sobrevivido de mi trabajo"
Ángela María Estrada Ortega es una mujer entrada en los 50 años; “nacida y criada en San Agustín” como ella misma lo dice. Su infancia y adolescencia la vivió al lado de sus padres en un ambiente sano. Se caso joven con José Antonio Tapia, un hombre trabajador y honesto con el cual convivió hasta que llego la violencia de los paramilitares.
“Mi compañero tuvo la mala suerte de caer en manos de los grupos de autodefensas cuando llegaron aquí en el 2004 y todavía hasta la presente no he tenido noticias de él. Mi compañero fue desaparecido y de ese hogar quedaron 5 hijos: me quedo una niña de 6 meses, una de 3 años, otro de 11, una que iba a tener 15 y la mayor que era mayor de edad, tenía 18 años”.
Ángela tuvo que ver con dolor la destrucción de su familia y de su comunidad, pues otros hogares también pasaron por lo mismo, y se vio obligada a ver la muerte de manera violenta sin la libertad de llorar y enterrar a los suyos como es su costumbre. También le toco desplazarse fuera de su pueblo a una ciudad que la recibió con otro tipo de problemas.
“Yo me fui para Barranquilla por 3 meses, allá vi que no podía sobrevivir con los hijos míos porque estaban muy pequeños y tuve otra vez que regresar; aquí me he quedado esperando para ver…”.
Muchos informes sobre violencia contra la mujer han demostrado las graves dificultades  que tienen las mujeres para ver garantizado su derecho a la justicia, y esto lo reafirma Ángela: “Yo lo que quiero para mí es que me hagan justicia, que venga la Fiscalía, me entreguen mi compañero para yo darle santa sepultura porque él también se lo merece, eso es lo que yo pido”.  Y continua diciendo como el Estado a través de sus instituciones no ha podido beneficiarla con todos sus programas para víctimas. “En verdad yo no he recibido ninguna ayuda aquí en el pueblo, yo he sobrevivido de mi trabajo, tengo un negocito de vender cerveza y poner música, de ahí recojo para el sustento de los hijos míos, teníamos una parcela y todo eso se perdió en el monte.”

Reconciliación desde y con las mujeres
En Montes de María encontramos valiosas experiencias de organizaciones de mujeres cuyo objetivo es el de la construcción de paz y reconciliación, exigibilidad de derechos, etc., que utilizan diversas estrategias teniendo en cuenta el contexto local en el cual se desarrollan. Pero aún falta mucho camino por recorrer, el proceso no está consolidado pero hay indicios de organización. Se necesitan argumentos para vencer el miedo; incluso la necesidad de que las mujeres víctimas del conflicto se organicen y denuncien está enfrentada al terror que todavía provocan los actores armados al margen de la ley. Esta es la gran encrucijada.





Héctor Gazabón Sánchez
Red de Comunicadores Populares de los Montes de María
San Juan Nepomucen





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La Red de Mujeres “Narrar para Vivir”: Voces, diálogos y recuperación de la memoria.



Inicios
Las circunstancias del desplazamiento forzado vivido por las comunidades de la región de los Montes de María produjeron una crisis a principios de la década del 2000 debido al agravamiento de la situación de las personas que tuvieron que alojarse en escuelas de las cabeceras municipales por disposición de las autoridades locales.

Al poco tiempo tuvieron que desalojar esas escuelas  y algunas se hospedaron en casas de familiares; pero muchos huyeron a las diferentes capitales de la región Caribe o a otros municipios cercanos, pero otros se quedaron junto a sus familias  sin un lugar donde vivir, generando gran preocupación principalmente entre las mujeres madres de familias, quienes acompañadas por los párrocos, personeros municipales y otras autoridades locales de los diferentes municipios, se reunieron para generar una alternativa organizativa que diera respuesta a los múltiples problemas.
Las mujeres de Montes de María se organizaron 
para salir adelante.

Fue en el municipio de San Juan Nepomuceno (Bolívar) en el año 2002, cuando se dio el desplazamiento de las comunidades del corregimiento de San José del Peñón, donde se dio este primer embrión de lo que más tarde se llamaría “Narrar para Vivir”. En esa oportunidad la Iglesia Católica en cabeza del párroco del municipio, el personero municipal y una socióloga nacida en ese mismo municipio, se dieron a la tarea de dar un primer paso en San Juan Nepomuceno para aportar algo para su propia gente.
Experiencias con población desplazada en otras zonas del país y de instituciones como la Diócesis de Barrancabermeja, entre otras, sirvieron para realizar el ejercicio del Diagnóstico Rural Participativo que arrojó la identificación de muchos problemas sociales que diariamente enfrentaba esta comunidad.

Memorias desde adentro
Desde su creación “Narrar para Vivir” le ha apostado al fortalecimiento de las mujeres víctimas de la violencia por el conflicto armado en la región de los Montes de María y se propuso trabajar a través de distintas formas la manera de superar el miedo, la desconfianza y las experiencias traumáticas de quienes sufrieron de cerca las crueldades de las masacres, así como fortalecer la capacidad para la exigibilidad de los derechos y la participación activa en instancias democráticas de la región.
La palabra, el diálogo y la memoria fue la estrategia para superar 
los duelos de las mujeres.
Este proceso se llevo a cabo con las mujeres por medio de lo que ellas denominaron “reunirse a sacar el taco”, a hacer el duelo, a contar lo que no habían podido contar y a descubrir que su dolor está también presente en otras mujeres como ellas, que cansadas del silencio que perpetua el sufrimiento y la zozobra, se encuentran para hablar de lo que les pasó y darse apoyo. La palabra, el diálogo y la memoria  fue la estrategia que contribuyó a mejorar la salud mental de las mujeres, a fortalecer la red a través del empoderamiento en el tema de las dinámicas de género y las apuestas políticas de la mujer.

Una de las fundadoras (se reserva el nombre) dice que “nuestros antepasados transmitían sus historias a través de la tradición oral. Encontrarse a compartir sus historias es una manera de elaborar un duelo común”.
Eran 120 mujeres en 2005 y hoy alcanzan a sumar 840 en 15 municipios de los Montes de María, un territorio que ha sido disputado a través de la historia por los actores armados por ser punto estratégico entre los departamentos de Bolívar y Sucre.

Saliendo adelante
Narrar para Vivir fortalece las mujeres en 15 
municipios de Montes de  María.
“Narrar para Vivir” hace parte del Programa de Desarrollo y Paz de los Montes de María y la iniciativa pertenece a Redepaz; y ha sido apoyada por el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) a través del Grupo Paz, Desarrollo y Estabilización.

La red ha participado en la elaboración de documentos sobre reparación y justicia transicional, tierras y derechos de las víctimas, que fueron presentados ante el Congreso de la República. Formaron parte  del trabajo de reconstrucción de la memoria histórica y se integraron a los comités municipales de atención a población en situación de desplazamiento forzado.
Actualmente la red lidera el tema de la Ley de Victimas y Restitución de Tierras en San Juan Nepomuceno, desde donde trabaja para que las mujeres sean representantes de la sociedad civil para que incidan activamente en la región.


Héctor José Gazabón Sánchez
Red de Comunicadores Populares de los Montes de María
San Juan Nepomuceno