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domingo, 19 de abril de 2015

RECONCILIACIÓN EN MONTES DE MARÍA

Reconciliación en Montes de María.
Víctimas y victimarios del conflicto son los protagonistas de este proceso
Los Montes de María son un territorio de 700.000 hectáreas conformado por 16 municipios de Sucre y Bolívar y que antiguamente era la despensa agrícola de la Región Caribe. Esta zona fue golpeada fuertemente durante 20 años por los grupos armados que ejecutaron muchas masacres y despojaron a miles de campesinos de sus parcelas.
Con la desmovilización de los grupos paramilitares en 2005, la expulsión de la guerrilla por parte de las fuerzas militares del territorio, y la implementación de la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras, ha cambiado el horizonte de la región.
El Departamento de Bolívar es pionero en el proceso de reconciliación que se inició hace muchos años y que sirve de ejemplo para la reconciliación de todas las comunidades que han sufrido el conflicto en el país.
El perdón como herramienta
“Después de perdonar yo renací, yo comencé a vivir de nuevo en tranquilidad”: Rafael Gustavo Posso Parra.
Rafael Gustavo Posso Parra
Este hombre que nació en San Juan Nepomuceno un 24 de junio de 1968 espero muchos años para llegar al perdón.
Su historia de dolor inicia un 11 de marzo de 2000, sábado en horas de la madrugada, cuando un grupo paramilitar masacraron a varios familiares en la vereda Las Brisas ubicada en el corregimiento de San Cayetano, municipio de San Juan Nepomuceno. Allí murieron los hermanos José Joaquín, Alfredo Luis y el padre de estos, Joaquín Fernando Posso Ortega; cuñados y suegro de Rafael Gustavo. Junto con los Posso, fallecieron nueve campesinos más: Dalmiro Barrios Lobelo, Alexis Rojas Cantillo, Jorge Eliécer Tovar Pérez, Pedro Adolfo Castellano Cuten, Manuel Yépez Mercado, Gabriel Mercado García, José del Rosario Mercado García, Rafael Mercado García y Wilfrido Mercado Tapia. Todos ellos fueron señalados de ser guerrilleros o colaboradores de la guerrilla.
 Rafael comenta que “en el pueblo el apellido Posso era sinónimo de guerrillero y también decían en voz baja: si los mataron por algo sería. Eso decían de mi familia”.
La masacre originó que Rafael Gustavo y su familia sufrieran el desplazamiento, “salir sin rumbo es lo más triste, andábamos de aquí para allá. Durante 10 años llegamos a vivir en un cuarto de 4 por 4, allí teníamos cocina, baño y dormitorio a la vez”. Pero esto no lo amilano, por el contrario lo obligo a “ponerle el pecho a la brisa” como dice él, e intentar sacar a su familia adelante. Fue así que consiguió un trabajo en La Guajira, muy lejos de sus seres queridos; se regresaría 3 años después, un 31 de diciembre por que su hijo lo llamó por teléfono rogándole que se viniera.
Bregando por la reparación
Su regreso coincidió con la  puesta en vigencia de la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz). La masacre de Las Brisas en un principio no fue visibilizada, pues solo se hablaba de Mampuján, otra población que fue desplazada un día antes de lo sucedido en Las Brisas. A los familiares de las víctimas los citaron a Bogotá, 9 años después, a la imputación de cargos  contra Edward Cobos Téllez, alias “Diego Vecino” y Úber Enrique Bánquez Martínez, alias “Juancho Dique” quienes habían confesado su responsabilidad en la masacre.
Este es el inicio de un nuevo capítulo para Rafael Gustavo, pues tenía que apoyar a sus familiares en todos los procesos legales, y como siempre, aprendió de todo para ayudarlos. Allí inicio también el proceso de reconciliación con sus victimarios.
Las víctimas de Las Brisas logran ser cobijados por la sentencia que condenó al Estado a reparar administrativamente a las comunidades de Las Brisas y Mampuján.
Perdón y reconciliación
Arturo Zea Solano, era en ese entonces el director regional de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación, y lo invita a que participe en las mesas de reconciliación que venía impulsando esta entidad. Las mesas fueron primero con la institucionalidad y luego con los desmovilizados de los grupos paramilitares que habían actuado en la región de los Montes de María. Por último se hicieron entre víctimas y victimarios.
Rafael Gustavo comenta que “cuando Arturo me invito me puse a reír, yo lo último que quería era encontrarme con esos tipos, por todo lo que estaba pasando con mi familia, todo eso era por su culpa. Sin embargo sentí la presencia de Dios, que iluminó mi corazón y dijo: ve; y así fue, es tal vez una de mis mejores experiencias”.
El camino de este hombre, de Rafael Gustavo Posso Parra ha sido lleno de dificultades. “Yo pude haberme convertido en victimario, si hubiera podido tener un arma los hubiera matado, ese hubiera sido el ejemplo que le iba a dar a mi hijo. Una vez mi hijo, José Alfredo, cuando tenía 8 años me dijo que si hubiera tenido al frente a quienes mataron a sus familiares, los habría matado a puños. Eso me dolió mucho, yo debía cortar todo ese odio de raíz”.
Rafael Gustavo ha perdonado a sus victimarios, pero no todos están de acuerdo con ese perdón, entre ellas su esposa Liliana; ni con las reparaciones, ni todos han recibido el mismo trato por parte del Estado. El mismo, que ha sido víctima indirecta de la masacre de Las Brisas no está cobijado por la sentencia. Su bregar diario es que toda su familia entre en el proceso de reconciliación y perdón, contar lo ocurrido en Las Brisas y reconstruir la memoria histórica de la región a través de sus dibujos.
Monumento en memoria a las víctimas en el
Parque Olaya Herrera de San Juan Nepomuceno.
A Rafael Gustavo se le siente la alegría y el júbilo, pues el 28 de octubre de 2013 se develo un monumento en memoria a las víctimas y  en homenaje a los campesinos en la plaza Olaya Herrera de San Juan Nepomuceno. Es la figura de un campesino subido en un mulo con una carga de ñame. “Esa figura representa a las personas que mataron, campesinos trabajadores. Eso exalta y dignifica la memoria de los sacrificados, eso vale más que cualquier dinero, que cualquier cosa” reclama.
Ejemplo de reconciliación
Rafael Gustavo cree que su lucha no ha sido en vano, su liderazgo va más allá pues quiere que en Colombia la reconciliación sea afectiva y efectiva por parte de las víctimas y los victimarios. Uno de sus propósitos es que la reparación llegue integralmente a las 6 millones de víctimas registradas ante la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas.
La mayor felicidad de Rafael está en sus hijos José Alfredo de 11 años, y Gissell de 18 meses. A su hijo le llama “El campeón”, a la pequeña le canta siempre que puede y a Liliana, su esposa “su corazón”. Este es el cuadro feliz de un hombre que al perdonar volvió a nacer.

Héctor José Gazabón Sánchez
Red de Comunicadores Populares de los Montes de María
San Juan Nepomuceno